La Barranca- Divulgación

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Fotografía y Experiencia Social

Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.

Fernando Pessoa

 

 

En la primera fotografía que la historia reconoce como tal, Nicéphore Niépce plasmó en 1826 lo que él diariamente veía a través de su ventana. No es azaroso entonces que esa fotografía lleve por nombre “Punto de vista desde la ventana de Gras” (La cour du domaine du Gras). En ella distinguimos --con algún trabajo por sus las comprensibles deficiencias técnicas--, los techos de las casas circundantes al estudio de este francés que consiguiera las primeras imágenes permanentes de las que se tiene constancia.  Registrar lo cotidiano, aquello que nos rodea y que sin una cámara en mano ni siquiera percibimos o consideramos digno de alguna atención (como una “mesa puesta”), parece ser una constante en las primeras fotografías de la historia, así como en los millones de fotos que cada día se suben sólo en una de las redes sociales con mayor penetración en el mundo, Facebook (300 millones para ser exactos).

 

Al pasar el tiempo y en cuanto los equipos fotográficos se hicieron más portables y se pasó de la placa al papel como medio de soporte de la imagen, los fotógrafos no sólo salieron a la calle o fueron al campo de batalla, sino que viajaron incluso a otros continentes para plasmar las escenas con que  las sociedades europeas y norteamericanas se había acostumbrado a convivir, o que preferían ocultar por completo. Así, las condiciones de miseria, abandono e injusticia que sufrían soldados, inmigrantes, obreros, o niños, fueron exhibidas al gran público. De esta manera es como lo normal y cotidiano por un lado, y lo oculto e ignorado por otro, pasaron a integrar las nacientes memorias visuales del siglo XIX.

 

A lo largo del siglo XX en la medida que el tamaño, costo y tiempo de procesado de la imagen disminuyeron, el interés de las grandes masas de clase media hacia la fotografía aumentó como forma de perennizar momentos importantes de su vida familiar e íntima y de sus viajes (1) . Por otro lado, el poder de representación de la fotografía, es decir de producir, circular y consumir diferentes modos de ver y entender el mundo y, por tanto, de cambiarlo, la hizo en los setenta protagonista de diversas experiencias de educación y comunicación participativa que se realizaron en América Latina con el fin de liberar de la pobreza e injusticia a los amplios sectores lumpenizados  y oprimidos de esta parte del mundo. Nuevamente pues la dualidad entre  lo normal y lo aberrante, lo visible y lo invisible puede identificarse como patrón en la evolución de la fotografía. Pero ¿de qué se trata esto que llamamos fotografía?

 

Lo que la fotografía es y no es

 

Las definiciones más comunes de la fotografía la consideran “una escritura con luz”; “una forma de mentir”; un “espejo-memoria”. Todo eso describe  lo que es la fotografía al mismo tiempo que nos señala por omisión lo que no es. Tanta diversidad y falta de consenso en su definición nos habla de una esencia o especificidad que hasta ahora no ha podido ser aprehendida del todo por teóricos o practicantes. La fotografía
 
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