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Evaluar los componentes actitudinales esenciales en la formación basada en competencias

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evaluadas. A partir de lo anterior, si se trata de formar estudiantes en el ámbito de las competencias, es necesario analizar el significado de las actitudes desde el contexto educativo y particularmente en el aula, ya que éstas definen en gran medida la formación de los sujetos en tanto seres individuales, integrantes de una sociedad que requiere transformarse permanentemente. Castillo y Cabrerizo (2003: 73) señalan que la importancia que adquieren las actitudes en el ámbito educativo se justifica desde el momento en que en todas las áreas del currículum pueden enseñarse y transmitirse actitudes y valores junto a conceptos y estrategias.

Con el propósito de analizar las actitudes en el contexto de la evaluación, se retoma una de las definiciones citadas por los autores mencionados: . “Organización duradera de creencias y cogniciones en general, dotada de una carga afectiva a favor o en contra de un objeto social definido, que predispone a una acción social coherente con las cogniciones y afectos relativos a dicho objeto” (Rodríguez Diéguez, 1980). Las actitudes consideradas de esta manera entran a formar parte del continuo quehacer en el aula; ya no son sólo lineamientos

 

inscritos en la filosofía de las instituciones. Para zabalza (1998), citado por Castillo y Cabrerizo (2003: 72), las actitudes y los valores pueden aprenderse y, por lo tanto, deben ser enseñados y evaluados.

La metacognición como actitud hacía sí mismo

Para Pozo, Monereo y Castelló (2004: 224), la metacognición se concibe como un mecanismo de carácter intrapsicológico que nos permite ser conscientes de algunos de los conocimientos que manejamos y de algunos de los procesos mentales que utilizamos para gestionar esos conoci- mientos llamados “conciencia de la propia cognición” y la habilidad de autoobserva- ción. En este sentido, la autorregulación del comportamiento como proceso más específico presupone que el sujeto busca

una meta de forma intencional, aunque no necesa- riamente explícita; no es un mecanismo meramente cognitivo, ya que la valoración que el sujeto va realizando de la distancia que lo separa de la meta y de su capacidad para alcanzarla genera emociones que pueden interferir en el proceso y que debe saber manejar (Alonso y Montero, 2004: 271).

Los docentes requieren de los recursos tanto conceptuales como instrumentales, y sobre todo actitudinales, para orientar la toma de conciencia de los alumnos respecto a su propio aprendizaje.

La evaluación de los contenidos actitudinales

Como señalan Castillo y Cabrerizo (2003: 72), la evaluación de los contenidos actitudinales deberá hacerse, junto a la de los contenidos conceptuales y procedimentales, a lo largo de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje de los alumnos. Conceptos como buena disposición, interés, esfuerzo, responsa- bilidad, constancia, creatividad, actitud general, son términos que se conocen como actitud global frente al proceso de aprendizaje y se identifican, por tanto, con los contenidos actitudinales. Éstos se relacionan con otro concepto del sistema educativo: los

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Didac 49 / Primavera 2007

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